Monday, March 30, 2009

La sopa
“Aqui empieza todo “
No sabiamos el qué, pero el cartel nos atrajo muchisimo.
La nieve le daba un toque inhospito a la aventura, pero el cielo azul nos animaba a continuar.
A medida que avanzamos el camino inicial, grande y transitable , se convertia en estrecho y pedregoso.
Pasadas dos horas tuvimos que parar. Una cuerda tensa hacia de puente. En el otro extremo Isabel,una ninha peliroja de ojos azules, manos negras y sonrisa ingenua.
- Hola, buenos dias - le dije- ¿Sabes si este camino es el unico que hay para continuar?
- Hay un desvio unos 3Km mas atras, esta un poco tapado por los arbustos, por eso no lo habran visto.
- ¿Pero Llevan al mismo sitio?
- No, este acaba aqui.
- ¿Y donde lleva el otro?
- Te lleva justo detras de la montanha
- ¿Y que hay alli?
- No lo se, pero debe de ser bonito, porque hay mucha gente que va para alli. Pero si quieren descansar un poco pueden hacerlo en casa. Yo vivo muy ceca de aqui y con un poco de suerte, todavia queda sopa. Mi madre hace la sopa mas rica del mundo - anhadio la ninha
Nos miramos, sonreimos y claro esta, accedimos.
La casa estaba subiendo la colina, mimetizada con el entorno. El balcon lo formaba un viejo arbol que ya daba pocos frutos. Sus paredes eran dos rocas gigantes que el azar habia puesto alli. El agua llegaba a la casa a traves de un sin fin de canherias que acababa en mis manos.
- Caliente, el agua esta caliente - dije.
- Si, se calienta a medida que entra en la casa gracias a una caldera que hay en el sotano- dijo Isabel madre.
De cabello rizado, negro volcan. Sus ojos una fuente de luz. Su sonrisa ya la conocia, la misma que nos llevo hasta su casa. De pocas palabras, pero todas exactas.
Hay miradas que se quedan en la mente para siempre.
Isabel hija no tardo en aparecer, en sus manos llevaba una bandeja con tres platos de sopa que habian sido victima del mal pulso de la ninha. Cuando llego a nosotros sonrio. El fondo de la bandeja estaba cubierta de fideos.
- ¡Mmm, riquisima! Asi que es verdad que tu madre hace la sopa mas rica del mundo, anhadi – Isabel madre enrojecia.
La tarde se hizo corta. Ya empezaba a oscurecer.
- Nosotros debemos partir, el camino es largo -dijo Agustin, pero Isabel ya nos habia preparado un cuarto para dormir. No pudimos negarnos.
A la noche, guiados por el suenho y un candelabro, buscamos un cuarto con camas pero encontramos uno con una chimenea.
Isabel hija nos invito a pasar.
- Abuelo mira, estos son unos amigos - de mirada perdida, su mano temblorosa ascendia al mismo tiempo que agarraba su camisa.
- Inventor. -anhadio la ninha- Todo lo que esta en esta casa lo ha hecho el. La mecedora donde esta sentado florece en primavera.
Estaba formada por un entramado de enredaderas, estas entraban por la ventana y se acomodaban dulcemente en la espalda del anciano.
- Petunias rojas- dijo el abuelo y comenzo a hablar como si leyera sus palabras. Hablo de la guerra, de Venezuela, de su mujer, de sus inventos, de su aislammiento en la montanha por ideas contrarias a las que mandaban. Nos conto como conocio a Isabel, su mujer. Al parecer Venezuela les unio. Lo que a priori era tristeza tras la migracion, a posteriori se habia convertido en suenhos, en poesia, en dolor, tras la muerte de dos de sus hijos y en felicidad tras ver crecer a Isabel, la mas chinija de ellos.
Sus labios eran temblorosos, pero sus palabras llenas de fuerza y amor, daban solidez a sus historias.
El entusiasmo ya habia ganado la batalla al suenho, pero poco despues el anciano callo. Nosotros permanecimos unos minutos a la escucha, pero no dijo nada. Su nieta le quito los zapatos y le tapo.
Nosotros nos fuimos a la cama, pero poco dormimos. Teniamos la cabeza llena de aventuras y amor.
A la manhana siguiente nos despedimos y marchamos. El camino de vuelta se hizo corto y eso que nadie hablo. Al llegar al punto de partida todos sonreimos. El mismo cartel que nos animo a aventurarnos, tambien estaba escrito por el otro lado. “Gracias por la visita. Isabel”
Los dias pasaron , pero yo no dejo de pensar en aquel momento, no se si fue la sopa, la belleza de Isabel, la sonrisa de su hija o el amor que esta tenia por su abuelo.
A veces me imagino a Isabel noche tras noche escuchando la misma historia, y no me la imagino triste, ni aburrida, me la imagino con el mismo entusiasmo que nosostros pusimos la unica vez que la escuchamos. La veo acostada boca abajo junto a la hoguera mirando a su abuelo y esperando palabra tras palabra, luego le da un beso y lo tapa.
Todavia tengo la receta de aquella sopa en mi libreta: Media gallina, le dices al carnicero que te ponga tambien los huevos de la gallina, le dan mucho sabor y estan muy ricos, una cebolla, dos tomates, dos dientes de ajo, dos zanahorias y cuando ya este hecha le anhades tantos punhos de fideos como personas vayan a comer. Ah, sal, pimienta, un chorrito de aceite virgen extra y un ingrediente secreto, ese te lo dira Isabel, es ella la encargada de echarselo.
Pero nunca me lo dio, me dijo que el ingrediente secreto debia averiguarlo yo mismo.
Llevo ya mucho tiempo yendo al mercando y experimentando sabores y es hoy que di con el. Se llama Nicolas y es mi abuelo

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